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CANSARSE PARA DESCANSAR

Título que nació hace 3 semanas, texto que quiso nacer hoy, 18/05/19

Decido escribirlo hoy, porque al nacer este título me encontraba en una situación particular.
Había estado 1 mes en modo vacaciones. Al pasar el mismo, el segundo mes ya tenía algún que otro trabajo, claro, voluntariado en un hostel, más algunos días en un bar, pero con una energía - la cual puedo definir como euforia - que me sobrepasaba, estando además iniciando una relación tóxica (que aunque parezca extraño duró sólo 4 días), con una persona que me chupó cuasi literalmente todas mis energías, por lo que el cansancio del trabajo casi no lo veía, porque lo único que necesitaba era salir de ese hostel, ir a trabajar, pasear y seguir moviéndome, para no cruzarme con él.
Puedo poner ese ejemplo para decir que el cansancio lo refiero a la adrenalina de estar escapando, de tener que pensar y proyectar en secreto cómo salir de una relación tóxica, cómo librarme de un opresor.
El mismo cansancio que empecé a tener cuando al lograr irme, tuve que seguir trabajando en ese bar, pero ahora me quedaba lejos, por lo que implicaba un esfuerzo físico de caminatas y acomodar horarios.
Organización.
Que de más está decir, en modo vacaciones, la organización, me cansa.
Como descanso, tomé la decisión de dejar ese trabajo y buscar por esta zona.
Otro cansancio nació, cuando estuve dos semanas sin encontrar ocupación más que el voluntariado que hice desde que me mudé a esta posada.
Cansancio que no cesaba, hasta que encontré oportunidades de trabajo.
Puedo volver a referirme a ese ejemplo, para entender por cansancio el esfuerzo que hice mil y una vez para relacionarme sanamente y terminar siempre, perdiendo.
Perdí energía, perdí tiempo,
perdí ganas.
Siento que perdí mucho, porque tuve miedo otra vez, tuve pánico, en esos momentos en que se me acercaba y acosaba. Terror de cruzármelo caminando por la playa y que yo vaya sola.
Miedo a estar sola.
Empecé a relacionarme otra vez con gente y de repente, me di cuenta que ese cansancio, me había dado la pauta de que tengo que descansar de relacionarme tan impulsivamente.
Puedo referirme a ese descanso, como un acto necesario para esconder un poco lo que me pasa y trabajarlo yo sola, para evitar así también, que algún oportunista use esas ocasiones en que me muestro tal cual soy - con lo que me hace bien y lo que no - para usarlo en mi contra y empezar de nuevo por cansarme, de relacionarme con chicos.
Uso como excusa ese cansancio para formularme otra vez esas preguntas que me ocupan desde hace más de un año, las que me cuestionan si realmente tengo ganas de conocer chicos para iniciar relaciones; si mis ganas son de pasar el rato, o si en realidad tenga que empezar a dejar de proyectar y abrirme de una vez a conocer alguna chica.
Puedo referirme, con el cansancio que ese título menciona, a trabajar 12 horas seguidas por 3 días consecutivos después de haber estado ese mes en modo vacaciones, esa semana en modo escapatorio de la relación tóxica, esa otra semana en modo preguntas que no dejan de llenar mi cabeza, de ocuparla, hasta cansarla de tal manera, que quiera descansar 15 horas seguidas.
Puedo usar ese cansancio mental también, como excusa, para creer que hay un cansancio físico de trabajar, para necesitar un descanso largo y tendido, como el que hice ayer de 15 horas, donde me podrían haber dado por desaparecida.
O porque a la vez, puedo recordar esos días de viajes en colectivos, aviones, chatas, caminatas, que me dieron un cansancio físico por justamente estar en modo vacaciones y no parar de moverme.
Modo vacaciones que creí continuar cuando aquel chico acosador y abusivo me proponía planes y salidas, a las que accedía sin creer que me estaba manipulando, dándole índole de paseos simplemente.
Un cansancio que nació también en el momento en que modificó tanto mis deseos, en tan poco tiempo, que logró que me quiera ir a Canadá con él, en vez de seguir con mis proyectos personales en este viaje.
Ese cansancio, el que nació con el constante movimiento de mi cuerpo de ciudad en ciudad, el que continuó con esa adrenalina de no saber si quería estar acá o irme de viaje con él.
Ese cansancio de no saber qué querer, fue el que le dio el título a este texto y es este mismo, el que demuestra la versatilidad de las palabras.
Porque con cansancio puedo referirme a tener el cuerpo detonado de tanto paseo y colectivo con asientos diminutos, en los que creía disfrutar el viaje y sí, era un disfrute un tanto extraño, porque era, pero luego de 6 horas, ya era cansancio de tener las piernas pegadas al pecho, por no saber más cómo sentarme y cansancio del movimiento constante en que mi cabeza no dejaba de moverse de un lado a otro, literalmente, por los huecos del camino y la velocidad inexplicable a la que manejaban los choferes.
Puedo también aludir al cansancio emocional, de que manipulen mis sentimientos y yo misma me cuestione lo que deseo, si ir, venir o quedarme, viajar con alguien y arriesgar mucho, o no arriesgar nada y estar cómoda. La revolución constante de mi sentir, ahora con la alteración de un chico que supo usar información íntima sobre mi pasado y mi presente, y pudo manejar lo que yo quería. Por suerte, sólo por 4 días.
Con este cansancio menciono a la vez, ese dolor del cuerpo que pasa luego a ser migraña. Cansancio que comienza por la necesidad de trabajar, que cuando empiezo a hacerlo, lo hago por 12 horas seguidas, 3 días consecutivos, después de haber estado sin moverme por un buen tiempo.
Y como último cansancio - en este breve relato, ya que en el día a día hay mucho más - nombro a aquel que tiene que ver con mi deseo. Aquel cansancio que parece no tener relación con todos los que describí antes, pero a la vez, es el que lo inicia a todos. Porque por mi deseo es que voy y vengo; que me relaciono o no; que trabajo o no; que me canso tanto.
O no.
Porque podría no cansarme, pero ese descanso implicaría no estar en movimiento y evidentemente, eso es algo que me hace bien.
Un movimiento sano, por supuesto.
Que al ser algo que tengo tan a flor de piel, la investigación constante, interna, de lo que quiero, se cuestiona, modifica y mueve a la vez, según con quién me rodeo, con quién me relaciono.
Que quizás este ámbito por donde me muevo, no me permite pensar la posibilidad de no relacionarme más con chicos, en cuanto a relación amorosa claro, y que probablemente - tema que me cansa un poco, al no saber cómo encararlo - tenga que abrirme a la idea de que me gustan las chicas y que quizás lejos de ellos, de los hombres que intentan pero no logran deconstruirse, es que me encuentre menos cansada.
Que por supuesto hay chicos que me hacen sentir increíblemente bien acompañada, que desgraciadamente - o por fortuna, si lo veo a este viaje como una gran oportunidad de conocerme - estamos lejos.
Lo extraño y eso también hace que me cuestione mucho.
Porque me canso de pensar en si volver o no. Me hallo en la contradicción de pensar por qué me fui. Que es cierto que acá me estoy conociendo como nunca, me encuentro mucho conmigo misma y eso me hace bien.
Estos encuentros conmigo, me pasaron también en el sur.
Y cada vez que mi cabeza debate todo esto, todo este cansancio que es tan versátil su acepción, vuelvo al sur, al lugar donde me encontré por primera vez.
Donde encontré un amor que no puedo definir, porque no se trata de creerle o quererlo, se trata de que fui libre, con una compañía linda y si bien duró tan poco, pero tan poco, hay un fino hilo que nos une y a veces pienso en ese hilo rojo de la leyenda. Pero vuelvo a pensarlo y es un hilo elástico que me da una libertad increíble, porque no es opresor, porque se estira todo lo que yo quiera - y lo que él desee también - porque no hay acoso ni cuestionamientos, porque no hay abuso en ningún sentido.
Porque hay libertad.
Y la libertad no me cansa.
Porque vuelvo a cuestionar ese cansancio - esos cansancios - y siento que su descanso es necesario encontrarlo adentro mío, con esa fuerza de amor que siento (amor propio, sobre todo), cuando pienso en el sur, cuando pienso que no quiero iniciar una relación amorosa acá.
Cuando pienso y siento otra vez que mi viaje puedo y quiero hacerlo sola, ahí es cuando descanso.
Descanso al que podría encontrarle también mil - o al menos varios - significados y referencias, porque el título de este texto nació de un cansancio particular, que fue la acumulación de varios.
Porque hoy lo escribo desde el descanso, físico y mental que tengo, gracias a las 15 horas de estar acostada, durmiendo.
Podría estar escribiéndolo en otro momento.
Podría retomar este texto en cada párrafo y encontrarle un significado distinto, tanto al relato como al título.
Porque es maravilloso que desde el cansancio, puedo encontrarme ante tantas posibilidades de descanso.
Desde el descanso me cuestiono un montón más de probables cansancios, que lo hacen necesario a aquél.
El título puede tener un sin fin de textos.
El texto, puede tener un sin fin mayor de títulos.
Mi cansancio y mi descanso, hoy, son esto.
Lo que soy, alguien versátil que todo el tiempo encuentra razones para cuestionarse y escribir.

Alguien en constante movimiento, que sin cansancio, valga esta paradoja, encuentra razones para escribir.

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