Dije basta y ya no más.
No siento que deba algo, que haya algo por resolver,
¿Que tengo cosas por cambiar y temas por conversar?
puede ser.
Pero basta.
Ya no soy responsable de los problemas que no tienen solución.
Si no tienen solución, no existen para mí.
En esta nueva forma de vida que elegí,
que decidí para ser feliz,
no va a entrar nada que no me sume.
Y si no me suma hablarte,
no lo hago.
Si no me suma verte,
me alejo.
Si me suma, va conmigo.
Va conmigo todo lo que me haga bien y quiero agradecerte a vos,
a quien siempre creyó en mí,
aunque tantas veces lo ocultaste.
Cuántas veces por miedo, por prejuicios o alguna traba que creías imposible de quitar,
no me aconsejaste como debías.
Pero aún así, estabas ahí, al lado mío escuchándome,
dándome un hombro para llorar y una mano por besar,
unos brazos por abrazar y una sonrisa para disfrutar.
A vos que nunca me dejaste sola.
En los peores momentos,
en los mejores,
pero sobre todo cuando creí que me moría.
Sí, lo sentí hace unos días
por estar muy enferma sumado a un dolor físico insoportable y
NADIE, SOLO VOS
estuviste ahí, tan cerca de mí que me era imposible dejar de seguir por vos.
POR MÍ.
A mí me agradezco.
Aprendí hace poco con un amigo,
pero sobre todo conmigo,
que primero
YO.
Si me siento bien, yo estoy acá
y tengo que aprender a disfrutar conmigo lo bueno.
Si necesito algún consejo sobre amor, sobre mi casa, mi trabajo o algún viaje.
Para lo que sea,
estoy yo.
Si me siento mal, la primer persona que puede ayudarme a seguir,
soy yo.
Sentí que me moría y no se lo conté a nadie en ese momento.
Sentía que me iba
y me iba a ir sólo conmigo.
Por eso me tomé esos días de cama y me abracé mucho.
Me ayudé cuando me necesité.
Me necesitaba para mí.
BASTA de estar para todos.
Basta de que mi energía se vea absorbida por la de otros.
No soy responsable de lo que acontece a los demás,
(en el sentido más veloz de entendimiento)
En cuanto a mi tranquilidad,
no tengo por qué, resolver problemas de los demás.
Me abracé tan fuerte que no me dejé ir.
Y acá estoy,
tratando de entender por qué me sentí así.
No sé si algún día voy a saber por qué tuve tanto miedo.
Incluso me da temor volver a sentirlo, hacía años que no me pasaba.
Pero sé que ya no me va a dar tanto miedo como el martes,
porque a partir de ahora,
a partir de este viernes,
de que entendí que hay cosas que no tienen la solución que esperamos,
entendí también que no tenemos que esperar lo que nos dijeron que hay que esperar.
Aprendí que hay que poder vivir con las preguntas que no tienen respuestas,
y no por dejarse estar, no por rendirse.
A veces parece imposible de comprender lo que expongo acá.
Es tan simple como decir
BASTA.
Basta de todo.
No quiero cansarme más, por tener mi cabeza ocupada, tratando de mantener calma la energía de las personas que me rodean.
Hago como puedo, y bastante bien me sale.
Hago lo que quiero, y no perjudico a nadie.
Estoy primero para mí.
Y ojalá todos puedan aprender a estar primero para ellos.
Porque yo no sigo más, intentando solucionar cosas sin razón.
No quiero gastar más tiempo, plata aunque no me importe eso, energía,
en gente que no lo vale,
en situaciones que me consumen.
No quiero llegar a consumir más de lo que me hace mal,
por estar un poquito mejor
o simplemente para apaciguar el dolor.
Quiero consumir más de mí,
para acompañarme así,
en las buenas y en las malas
(aunque suene a cántico de cancha)
voy a estar acá, adentro mío.
Al lado y bien cerca, para gritarme
BASTA
cuando alguien más no lo entienda
y quiera consumirme otra vez.
Qué hermoso poder acompañar este día ventoso con tus textos. Qué lindo es leerte.
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