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El amor en soledad

“ Soledad
no es estar sola
Es estar conmigo “

Me dije y me repetí tantas veces en el día esa frase.
Quizás para que me sirva de consuelo en éste, mi cuarto día en Panamá y en el que no faltaron las mil preguntas sobre mi camino, sobre la ruta que voy haciendo,
incluso, sobre mi destino.
Cuando llegué al punto de preguntarme si realmente quería estar acá, es que me di cuenta que mi cabeza todavía no se despega de todo lo que mi cuerpo dejó atrás.
Porque es así, deseo tanto lo que estoy viviendo, porque estoy disfrutando muchísimo, pero a la vez
-los malditos peros-
me encuentro cuestionando mi propio deseo, desde el cuestionamiento capitalista, desde el ojo ajeno que me rechaza tajante ante mi presencia con una guitarra en el colectivo.
Me siento alejada por el lugareño y corrida por el profesional.
Intento caer bien y entablar conversación, busco información, quizás para saber por dónde es mejor encontrar a este enredo, una solución.
Me encuentro con la respuesta fácil de que todo está difícil, que sin papeles no voy a poder trabajar y que de qué vas a comer cuando se te termine la plata.
Vuelvo a cuestionar - ya dije desde el capitalismo - mis ahorros y mi manera de solventar este viaje que no estaría con ganas de tener un pronto final.
Vuelvo a preguntarme si debería ir a Argentina a trabajar para tener más ahorros y así sí poder viajar sin preocupaciones y tener unas vacaciones de lujo.
Tener, en realidad, un cuerpo atado a un lugar que no lo llena, que reprime sus deseos y no permite que las alas se extiendan para volar alto, tan alto que no puedan alcanzarlo ni los malos deseos ni los desalientos, ni la gente mala, ni el que simplemente no está contento.
Porque sé que si me encuentro en el centro del continente, puedo extrañar quizás el abrazo de cierta gente, pero eso -este es un buen pero- no implica, que deba regresar y apagar el motor de este tren que no se baja de ninguna vía.
Mi vida entera estuvo jugada en miles de momentos y recién ahora es cuando me encuentro conmigo misma a cuestionarme, si de verdad es tan importante todo aquello, que me dijeron que lo era.
Porque de los comentarios negativos surgen preguntas positivas.
A los malos deseos, los transformo, o simplemente cosas buenas les deseo a quien no puede entender que hay cosas más importantes que atender, que el trabajo fijo, el auto, la casa y los futuros hijos.

Que no suceda lo que no quiera

Ahí es cuando me surge el más grande de los interrogantes…
Esto que quiero,
¿Es algo que deseo, algo que vengo buscando hace mucho y que necesito realmente para ser más feliz?
¿O es simplemente una obsesión de la que no puedo correrme para ver el mundo real, el que ya me tiene preparado un camino que no debería objetar?
De ninguna manera me acepto contestando en positivo la segunda opción.
Mi deseo me movió hasta acá y me alejó de muchas trabas.
Mi cuerpo está vibrando fuerte y lo dejo preguntarse.
De acá para adelante a cumplir mi cometido, que no es más que aceptar lo que necesito, y moverme para cumplir lo que deseo.
Porque ante el mundo soy diminuta y sus miradas de rechazo no me agradan,
y en paralelo afirmo sin duda alguna
que a esas personas les falta lo que les traigo.
Sonrisas y alegría para sus puestos de trabajo,
unas notas en la guitarra, la que no dejará de sonar
una dulce voz, la mía, que se necesita expresar

Un cuerpo que siente,

un cuerpo que desea

(muchos contratiempos quizás)

un corazón que se asegura

una mirada en alto,

con los pies sobre la tierra

y las alas despegando

Un alma que va por más.

- Sos poderosa, sos hermosa, nunca te olvides -
dice quien llega a conocer a este frágil y honesto ser cargado de muchos huesos, músculos, de carne, tripas y arterias,
pero mucho,

muchísimo más de AMOR.

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