Ir al contenido principal

A veces creo que mi miedo es real

Tengo la costumbre de escribir para sanarme.
Después me leo y pienso
¡qué enferma estoy!
Por creer que las cosas que me pasan son incurables, por darle el lujo a esos detalles de convertirlos en problemas.
Por creer que no hay solución, a las rutinas ciclotímicas que me invaden.
Mi remedio más cercano es aceptarme así.
Que un día lo arranco con la mejor de las energías, cantando, bailando en el subte o en el bondi, con más de 30 personas mirándome y pidiéndome a gritos con sus ojos que pare de moverme o de cantar, que les molesta lo único que ahí pueden escuchar. Yo.
Y esos días los termino llorando, pidiéndole a gritos al universo que pare, que no me quiero bajar pero que necesito acostarme y descansar. Sin que pase el tiempo sería lo ideal.
Tratando de resolver lo que siento inconcluso sin perder ese tiempo en otros conflictos, o en las cosas en las que verdaderamente debería enfocarme.
En mí.
“enfocate en vos, concentrate, date gustos y hacé lo que te haga bien”.
Me lo dicen tan seguido, que ya no sé si son las simples frases hechas que todos usamos para creernos dignos de salvación.
Y creo entonces que deberíamos aceptarnos así, sin solución.
Con los miles de problemas y tantos miedos que, por aquellos, nos invaden.
Le temo mucho al tiempo.
No es un miedo que no se pueda solucionar, pero es un miedo real.
Una vez leí y escuché de un escritor que adoro, que el miedo a la muerte no puede existir y que no es más que la suma de muchos miedos que no podemos resolver. Los sumamos, y creemos que le tenemos miedo a algo, cuando el problema es otro.
En este preciso momento escucho ruidos en la puerta de mi casa y me da miedo que alguien me mate. Pero no es miedo a que me maten.
Es miedo a que me invadan mi lugar, a que no me permitan concretar mis proyectos. A no poder decirle “no quiero que me hagas mal, voy a vivir para terminar de escribir mis libros”.
Y ahí es donde pienso que capaz no debo escribir.
Si esto es publicado, seguramente sea con el miedo de no saber si al público que lo lea le vaya a gustar. Y ahí está mi ciclotimia, la ansiedad, el miedo a no poder y el chocolate que como, cada vez que no sé por dónde seguir.
Un té, un café, más chocolate y la luna llena.
Sigue la música con monjes tibetanos hablándole a mi tercer ojo como si fuéramos extraterrestres.

Y yo sigo sin saber, si es que no sé por dónde continuar, o si mi miedo es enfrentarme a las grandes cosas, que sé que puedo lograr.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

AGOTADA

AGOTADA estoy, porque siempre me apesadumbra la idea de lo malo que pueda llegar a pasar Que me pase todo junto porque no aguanto más HARTA de no poder resolver de antemano lo que sé que va a pasar. Y quizás pasa porque esa energía que maneja el miedo, hace que sucedan las cosas que más tememos. De repente me siento bien de nuevo y quiero escribir. Me gusta mostrarme cuando estoy bien No me gusta escribirme cuando estoy mal. Me siento adolescente suicida. Sin prejuicio de todo lo que implica juntar esas dos palabras. Fui adolescente y también lo pensé. Quitarte la vida a veces sería una buena solución hasta que descubrí que si lo hacía, ¿cómo lograría todo lo que tengo pensado? Y ahí es cuando agradezco estar VIVA Empiezo de nuevo y escribo, me hallo y me gusto Me busco y me mimo me libero, escribo. Otra vez un detalle, porque ya no quiero llamarlo problema. Un detalle que hace que mi día esté apagado y que cada vez que intente, dentro...

La vida es quebradura constante

Y ni siquiera sé bien si es la palabra que define lo que quiero decir, pero me refiero a esas situaciones en las que justamente no podes poner en palabras lo que te sucede, todo eso que tanto te molesta y no porque quieras pasarla mal. Muchas veces nos pasan cosas que no deberían pasarnos. Muchas veces me pasan cosas que no sé cómo manejar. Situaciones en las que entiendo a los demás, que no voy a enfrentarme ni generar rispideces porque toda persona tiene sus razones para actuar como lo hace. Pero hay algo que se genera en mí que intenta responsabilizar al otro en cierta manera, de todo lo que no puedo, por una acción externa. Como si de alguien más, además de mí, dependiera mi vida, las decisiones que tomo y lo que quiero hacer. Como si no fuera mi absoluta responsabilidad no poder decidir qué hacer frente a ciertas situaciones. Todo lo que podía pasar que me hiciera tanto daño, ya pasó. Cosas que creí que nunca viviría, las viví. Realmente creo que si vuelve a p...

BASTA DE TODO

Dije basta y ya no más. No siento que deba algo, que haya algo por resolver, ¿Que tengo cosas por cambiar y temas por conversar? puede ser. Pero basta. Ya no soy responsable de los problemas que no tienen solución. Si no tienen solución, no existen para mí. En esta nueva forma de vida que elegí, que decidí para ser feliz, no va a entrar nada que no me sume. Y si no me suma hablarte, no lo hago. Si no me suma verte, me alejo. Si me suma, va conmigo. Va conmigo todo lo que me haga bien y quiero agradecerte a vos, a quien siempre creyó en mí, aunque tantas veces lo ocultaste. Cuántas veces por miedo, por prejuicios o alguna traba que creías imposible de quitar, no me aconsejaste como debías. Pero aún así, estabas ahí, al lado mío escuchándome, dándome un hombro para llorar y una mano por besar, unos brazos por abrazar y una sonrisa para disfrutar. A vos que nunca me dejaste sola. En los peores momentos, en los mejores, pero sobre to...